Hace unos meses, tuve el placer de atender a la Conferencia Internacional sobre Ensilado en Gainesville, Florida. El evento reunió a más de 400 participantes de muchos países, todos unidos por una pasión compartida: avanzar en la ciencia de forrajes y ensilados. Como era mi primera vez, quedé verdaderamente impresionado por la atmósfera de bienvenida y el entusiasmo de la comunidad. Fue inspirador estar rodeado de profesionales e investigadores que están tan profundamente comprometidos como yo en el mundo de los forrajes y ensilados.
Entre las muchas presentaciones, me llamó la atención un estudio del Reino Unido. La investigación se enfocó en un aspecto aparentemente simple, pero crucial del manejo de silo: el tipo de plástico utilizado para cubrirlo. Aunque el polietileno es el material más comunmente utilizado, debido a su precio asequible, tiene un inconveniente significativo: permite el paso de cierta cantidad de oxígeno. Esta permeabilidad puede comprometer el proceso de ensilaje, permitiendo el crecimiento de microorganismos nocivos como moho y levaduras. En contraste, los plásticos de barrera de oxígeno están diseñados para minimizar la difusión del oxígeno, ofreciendo la posibilidad de una mejor preservación del ensilado.
Para comprobar esto, los investigadores crearon 12 mini-silos, utilizando frascos de vidrio llenos de sorgo picado. Algunos frascos se sellaron con polietileno y otros con una película con barrera de oxígeno. Después de 52 días de fermentación, los resultados revelaron diferencias notables en la calidad y conservación del ensilado.
Los silos sellados con polietileno recuperaron solo el 86 % de la biomasa original, lo que significa que se perdió un 14 % durante la fermentación. En cambio, los sellados con barrera de oxígeno recuperaron un 90.8 % de la biomasa inicial, reduciendo las pérdidas por fermentación a menos del 10 %. Esta diferencia en la recuperación puede ser significativa, especialmente cuando las reservas de forraje son limitadas y cada tonelada de ensilado cuenta.
Otra observación importante fue el grado de deterioro. En los silos cubiertos con polietileno, el 24.6 % de la biomasa recuperada se consideró no apta para el consumo debido a la contaminación por moho. En contraste, los silos con barrera de oxígeno presentaron tasas de deterioro mucho menores, entre 7.4 % y 11.1 %. Estos resultados fueron respaldados por análisis microbiológicos, que mostraron una mayor cuenta de levaduras y mohos en los silos de polietileno. Curiosamente, en cuanto a las características de fermentación, como el pH y las concentraciones de ácidos orgánicos, las diferencias entre los dos tratamientos fueron mínimas.
Con la temporada de cosecha de maíz y otros cultivos anuales de verano acercándose, este estudio es un recordatorio oportuno de la importancia de un sellado adecuado del silo. Si el objetivo es maximizar las reservas de ensilado y reducir pérdidas, invertir en una cubierta con barrera de oxígeno puede ser una alternativa muy recomendable. Aunque el costo inicial sea mayor, el ahorro potencial en alimento preservado y la reducción del deterioro pueden convertirla en una herramienta valiosa para el manejo de forrajes. Recordemos que un buen ensilado empieza con buenas decisiones… y a veces, la diferencia está simplemente en una mejor cubierta.
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