Una manera de abordar la sostenibilidad, ya sea desde una perspectiva económica, ambiental o social, es incrementar la eficiencia. Si podemos producir más con la misma cantidad o incluso menos recursos, hay una mayor probabilidad de que nuestros negocios y nuestra comunidad sigan prosperando.
Tener animales saludables es un principio fundamental de la eficiencia en la producción de leche. Sabemos que si las becerras y vaquillas se enferman frecuentemente, se convierten en vacas menos productivas, y cuando las vacas en ordeño presentan una enfermedad, no producen leche en su máxima capacidad. Por lo tanto, es útil pensar en cómo algo que los productores lecheros intentan hacer todos los días, es decir, mantener a sus animales sanos, contribuye a la sostenibilidad de nuestros negocios, nuestra industria y el mundo.
“¿Dónde estaríamos sin vacas saludables?”, preguntó Kaitlyn Briggs, D.V.M., experta en bienestar lechero, durante la reciente reunión anual del Consejo de Reproducción de Ganado Lechero. Está ampliamente documentado que la industria lechera de Estados Unidos redujo su producción de gases de efecto invernadero (GEI) en un 19%, su uso de agua en un 30% y su uso de tierra en un 20% entre 2007 y 2017. Estas mejoras por unidad son posibles porque las vacas están produciendo más leche con los mismos recursos, o bien, con un aumento muy poco significativo. Sin embargo, eso sólo es posible cuando las vacas reciben un buen cuidado y pueden producir de acuerdo a su potencial genético.
La evaluación del ciclo de vida de la industria lechera en 2008 encontró que el 71% de la huella ambiental de la leche proviene del establo. Briggs dijo que esto significa que los productores tienen una verdadera oportunidad de generar un impacto con lo que hacen en el establo, y eso no significa solamente hacer inversiones en tecnología o en prácticas de cultivo. También incluye los esfuerzos cotidianos que los productores realizan para cuidar a sus vacas.
A escala global, Briggs afirmó que el 20% de la producción ganadera se pierde cada año debido a enfermedades. Esto cuesta a los productores aproximadamente 300 mil millones de dólares al año.
Por estas razones, las enfermedades del ganado pueden aumentar las emisiones de GEI hasta en un 24% por unidad, continuó la especialista. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura ha señalado que vacunar a dos cabezas de ganado puede salvar a una persona del hambre.
Si bien esta estadística se aplica principalmente a países subdesarrollados donde la vacunación aún no es generalizada, Briggs dijo que también la investigación realizada en la Unión Europea, encontró que la mejora de la salud animal puede reducir las emisiones de GEI en aproximadamente un 10%. Es posible que las emisiones por animal aumenten ligeramente porque están gastando más energía con una mayor producción, pero debido a que habrá menos necesidad de animales en la cadena de suministro agrícola y alimentaria en general, las emisiones totales se reducirán, explicó.
Para centrarse en el panorama de la producción lechera convencional, Briggs compartió datos de un modelo realizado en los Países Bajos. Esa investigación mostró que las vacas que presentaron un caso de mastitis clínica durante una lactancia, tuvieron un 1.5% más de emisiones de gases de invernadero por litro de leche producido. Un caso de enfermedad de la línea blanca, el problema de cojeras más significativo, aumentó las emisiones en un 10% por kilogramo de leche. También hubo impactos significativos en las emisiones por cetosis, particularmente cuando surgieron aunados a otros problemas de salud.
Los principales factores que impulsaron este aumento en emisiones, fueron la reducción en la producción de leche y la salida de animales del hato, señaló Briggs. ¿Eso suena familiar a lo que los productores lecheros consideran importante para su propia sostenibilidad económica?
Hay muchas cosas que la industria lechera puede hacer para trabajar hacia el cumplimiento de sus objetivos de sostenibilidad. Mejorar la salud animal no nos llevará completamente hasta allí, pero es una parte importante de la solución, dijo Briggs. Mientras exploramos otras opciones que reduzcan el impacto ambiental de nuestros establos, debemos asegurarnos de que esos esfuerzos no afecten negativamente la salud animal.
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