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El diagnóstico de peritonitis debe hacerse con cuidado

por Theresa Ollivett, D.V.M.


Siempre que una vaca recién parida pierde el apetito y no parece tener ninguna de las enfermedades más comunes posparto, puede ser frustrante saber qué es lo que le pasa debido al número limitado de pruebas diagnósticas en el establo. Esto es particularmente cierto en el caso de la peritonitis, que es la inflamación e infección en la cavidad abdominal.

La peritonitis ocurre por algunas razones diferentes. Dos causas comunes de esta condición son la retículo peritonitis traumática (comúnmente conocida como “vacas alambradas”) y las úlceras abomasales perforantes.

La retículo peritonitis traumática es el término con el que se describe la infección secundaria que ocurre cuando un cuerpo extraño, usualmente un alambre, un clavo o un tornillo, que ha sido ingerido accidentalmente por una vaca en los días anteriores. Una vez que está el alambre en el rumen, es forzado a través de la pared del retículo o del rumen debido a la acción poderosa de las contracciones retículo ruminales, lo que arrastra una cantidad muy grande de bacterias al peritoneo. La mayoría de los productores de leche están familiarizados con la administración de imanes, que atraen a la mayor parte de los objetos metálicos y evitan que migren a la pared del retículo y el rumen.

Las úlceras abomasales, que ocurren de manera secundaria al estrés o la terapia antiinflamatoria, se producen en puntos débiles de la pared del abomaso. Estos puntos débiles perforan ocasionalmente el grosor completo de abomaso, causando orificios que provocan contaminación significativa del abdomen con el contenido cargado de bacterias que está dentro del estómago verdadero.

Un parto difícil puede causar que el tejido uterino se vuelva frágil, o incluso que se desgarre, permitiendo el escurrimiento del contenido uterino al abdomen. El tracto intestinal también puede lesionarse durante el parto, si un pedazo de intestino (usualmente del intestino delgado) se queda pellizcado entre el borde óseo de la pelvis de la vaca y el útero grávido, conteniendo una cría a término. Este pellizco puede dañar el tejido, causando fuga de contenido intestinal y derrame de bacterias en el abdomen. Por último, puede haber entrada de bacterias externas en el abdomen, ya sea por una incisión quirúrgica o por una herida traumática.

La reducción en la ingestión de alimento y la producción de leche son signos comunes en las vacas que tienen peritonitis. Se puede ver que la vaca se mueve lentamente, se para con el lomo encorvado y puede o no tener fiebre. Estos son signos no específicos que pueden ser vistos en vacas con otras enfermedades.

Confirmar el diagnóstico de peritonitis requiere colectar muestras de fluido abdominal y ver las concentraciones elevadas de células inflamatorias y proteínas. Es posible introducir infección al abdomen durante este proceso de muestreado, de modo que es crítico que se haga cuando se han descartado otras condiciones.

Este procedimiento se puede hacer en el establo, pero lo debe hacer el médico veterinario, porque se necesita tener precaución para prevenir contaminación. La muestra debe ser mantenida en buenas condiciones para su análisis en el laboratorio.

Se puede obtener información con el ultrasonido sobre el carácter del fluido abdominal. Es posible ver si hay demasiado fluido (típico durante la peritonitis) y detritus inflamatorios o contenido gastrointestinal presente en la cavidad abdominal.

Esta información respalda un diagnóstico de peritonitis, aunque no necesariamente lo confirma completamente, ya que hay otras condiciones que provocan aumento del fluido abdominal. Se pueden usar para este propósito máquinas portátiles de ultrasonido usadas para reproducción, aunque los casos muy leves o los casos atípicos pueden requerir un tipo diferente de ultrasonido, como el que se usa comúnmente en los hospitales.

En resumen, es posible que el veterinario pueda confirmar el diagnóstico de peritonitis en el establo, siempre y cuando se tomen las precauciones debidas.

La autora está en la Escuela de Medicina Veterinaria de la Universidad de Wisconsin, en Madison.




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