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El estrés calórico provoca cambios celulares en la ubre

por Reagan Bluel. Universidad de Missouri


Como muchos lectores saben, podemos monitorear y anticipar cambios en el hato lechero cuando el índice de temperatura y humedad se eleva por encima de la zona de confort de 68. A menudo, disminuye la ingestión de materia seca, afectando el nivel de producción en el tanque de leche, generalmente después de cuatro días calurosos consecutivos.

Recientemente, en el Tecnológico de Virginia, se realizaron investigaciones para comprender mejor la fisiología que subyace a este fenómeno común durante el verano. Benjamín Corl, profesor asociado del Tecnológico de Virginia, explicó la investigación en el podcast “Dairy Science Digest”. Se replicaron condiciones de verano en cámaras aisladas donde se pudiera cambiar de forma controlada el nivel de estrés calórico, imitando un día caluroso y una tarde ligeramente más fresca. Después de cuatro días de calor, se observaron síntomas significativos, que finalmente produjeron una disminución de 4.3 kg en producción de leche diaria por vaca y se recolectaron muestras de tejido mamario para determinar las causas de manera más específica.

Cambios microscópicos en el tejido

Dentro de la glándula mamaria, las células epiteliales son las responsables de la producción de leche. Secretan la leche a los alveolos que se expanden para contenerla hasta el ordeño, de forma similar a un globo con agua. En el microscopio, se examinaron las muestras de tejido de las vacas en condiciones de estrés calórico y se compararon con el grupo control para revelar:

Menos espacio abierto en los alveolos en vacas con estrés calórico, por lo tanto, una menor capacidad para contener leche.
Un mayor número de alveolos por área debido a un menor llenado.
Mayor muerte celular en las células epiteliales secretoras.

“El número de células influye en gran medida sobre la producción de leche”, dijo Corl y añadió “un conjunto de datos previos demostró que hay un 82% de aumento en el número de células epiteliales eliminadas de la glándula mamaria después de 10 días de estrés calórico”.

Función celular inmune

Es frecuente observar un aumento debido al calor en la cuenta de células somáticas en el tanque de leche. Aunque esto normalmente se relaciona con la mastitis, las células somáticas son de muchas clases distintas, incluyendo células epiteliales e inmunes.

La célula más común del sistema inmune que se encuentra en la glándula mamaria es del tipo granulado, el neutrófilo. Durante el desafío de estrés calórico de 10 días, el equipo del Tecnológico de Virginia observó entre un 70% y 80% de disminución en la viabilidad de células granuladas. Eso significa que están presentes en la glándula, pero no están vivas o no son capaces de atacar la infección a medida que aparece.

“Esta clase de células inmunes son sensibles al calor”, explicó Corl, “aunque no sea la causa directa, esta falta de supervivencia de los neutrófilos limita la capacidad de la vaca para defenderse de las infecciones, retrasando su respuesta. La mayor parte del tiempo, la vaca responde a la infección y ni siquiera nos damos cuenta”.

Cambios en la expresión genética

Otro aspecto estudiado en las 16 vacas fue la forma en que el estrés calórico afectaba el ADN celular, provocando cambios en producción.

Aunque no hubo un cambio significativo en la cantidad del patrón de ADN utilizado para la síntesis de caseína, hubo una disminución en la activación de la síntesis de proteínas, es decir, las células recibieron un menor estímulo para sintetizar todas las clases de proteína. Esta menor actividad podría contribuir a la menor producción de leche.

Hubo otro signo evidente de estrés a nivel celular. Se activó una proteína que responde a la acumulación de componentes celulares dañados, indicando que las células estaban luchando para mantener las funciones normales durante el estrés calórico. La vida es más difícil cuando hace calor, tanto para las vacas como para el productor.

El enfriamiento reporta utilidades

Es fácil considerar la ubre como una estructura única y olvidar que está hecha de millones de células que están experimentando una tasa de cambio y renovación constante. El daño celular observado en el estudio ocurrió en tan sólo cuatro días de padecer calor. Sin embargo ¿cuánto tardará en regenerarse esta pérdida celular y cuanta energía será necesaria para ese proceso, energía que podría haberse ahorrado alojando a las vacas en un ambiente confortable?

Generalmente, tendemos a pensar a corto plazo y nos alegramos cuando pasa el calor y el tanque de leche vuelve al nivel previo. Sin embargo, las vacas podrían no haber recuperado todo su potencial después de los daños causados por el estrés calórico. Las implicaciones importantes a largo plazo, incluso después de que la vaca repunta, podrían afectar negativamente toda la lactancia e incluso a su descendencia, como se ha concluido en otras investigaciones.

El episodio se encuentra en dos partes en inglés en el podcast Dairy Science Digest. La investigación original está publicada en el Journal of Dairy Science.


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