BOLETIN


Consiga más vacas echadas

por Katelyn Allen, editora asociada de Hoard’s Dairyman


Nadie quiere ver a sus vacas cojeando por el corral, adoloridas de las pezuñas. Sin embargo, todavía es una de las enfermedades más costosas y comunes que enfrentan los productores de leche. Durante un episodio del podcast “Dairy News and Views” de la Universidad Estatal de Iowa, dos veterinarios hablaron sobre por qué las cojeras suceden con mayor frecuencia en dos periodos de tiempo específicos: alrededor del parto y cuando termina el verano y comienza el otoño.

Phillip Jardon señaló que las vacas en transición son uno de los grupos más susceptibles a contraer una condición que termine en cojeras, como úlceras de la suela o verrugas peludas. Aunque no se puedan ver en el momento del parto, en las semanas y meses posteriores, las vacas desarrollan problemas de pezuñas o movilidad, que tienen su origen en el cuidado otorgado durante el periodo seco y comienzo de la lactancia.

El parto implica muchos cambios hormonales en el cuerpo de la vaca, pero la hormona relaxina, que ayuda al relajamiento pélvico para permitir el parto, es un desafío para la salud de las pezuñas. “No actúa específicamente sobre la pelvis, también interviene en los ligamentos y estructuras de la pezuña”, explicó Jardon.

Jan Shearer describió que la relaxina desencadena actividad enzimática, debilitando el sistema de tejido blando que soporta la suspensión del hueso dentro de la pezuña. Cuando eso sucede, el hueso se hunde dentro de la pezuña, comprimiendo todos los tejidos que se encuentran debajo y que son responsables del mantenimiento de la pezuña, así comienzan las cojeras.

Como la relaxina es necesaria para el parto de la vaca, los productores solamente pueden limitar el daño, enfocándose en reducir la presión que las vacas en periodo de transición, ejercen sobre sus pezuñas. Asegúrese de que las vacas próximas al parto y recién paridas tengan muchos echaderos agradables, con material de cama invitando al descanso.

Frías y confortables

Aunque apenas comenzó el verano, este año los ventiladores ya han trabajado bastante. El potencial de estrés calórico solamente se mantendrá o elevará durante los próximos meses.

El estrés calórico es otra razón por la que las vacas no desean echarse y eso nuevamente ejerce presión en las pezuñas. Es especialmente cierto cuando están paradas en percha (las patas delanteras dentro del echadero y las traseras en el pasillo) intentando enfriarse. Por esa razón, se ven más cojeras hacia el final de los meses calurosos y al comienzo del otoño. El estrés calórico impide el descanso adecuado de las vacas. Se debe hacer todo lo posible para enfriarlas, de modo que prefieran echarse y, de esa forma, evitar presión sobre las pezuñas.

La condición corporal interviene en la ocurrencia de cojeras porque la almohadilla de grasa de cada pezuña sirve como protector cuando las vacas están paradas o caminando. Si las vacas pierden excesivamente condición corporal, la pezuña también pierde grasa, volviendo a la vaca más susceptible a las cojeras, particularmente si ya está permaneciendo mucho tiempo de pie. Sin embargo, por otro lado, las vacas con exceso de peso, también están ejerciendo una presión excesiva sobre pezuñas y articulaciones, en consecuencia, mantener un nivel moderado de condición corporal, representa un equilibrio saludable.

Finalmente, Jardon y Shearer señalaron que cuando las cojeras ocurren más a menudo en la parte lateral de las pezuñas y en las patas traseras, generalmente es un indicador de problemas con el confort. Una causa nutricional también puede infligir cojeras, pero debido a la estructura y ubicación de úlceras, verrugas y problemas con la parte exterior, frecuentemente se trata de una señal de problemas en el manejo.


Advertisement

PARA TENER LA INFORMACIÓN MÁS ACTUALIZADA, SUSCRIBETE A NUESTRO BOLETÍN, ES GRATIS