Una becerra que empieza mal podría estar corriendo una carrera que nunca podrá ganar. Eso se debe a que el fundamento para la productividad y longevidad comienza en los primeros 90 días de su vida, enfatizó Jon Robison de JDR Livestock Management Services Inc., en su presentación durante la conferencia anual de la Asociación de Vaquillas Lecheras (DCHA, por las siglas en inglés de Dairy Calf and Heifer Association).
“Lo que se haga en las etapas iniciales del desarrollo de la becerra tendrá un impacto significativo el resto de su vida”, dijo el asesor y profesor emérito de la Universidad Estatal de California. Los genetistas pueden establecer los genes adecuados para crear un ganado lechero más productivo, pero los programas de manejo todavía tienen un impacto importante sobre el rendimiento de la genética.
Los primeros 90 días de vida son fundamentales porque ocurren cambios grandes dentro de la becerra que la preparan para el éxito futuro. Por ejemplo, en sólo dos a tres meses, el sistema digestivo de la becerra debe pasar de alimentarse de leche a ser un rumiante completo, capaz de mantenerse mediante la ingestión de alimento sólido. Eso es un proceso digestivo, fermentativo, absortivo y metabólico completamente distinto, señaló Robison.
La becerra se volverá un rumiante con o sin nuestra ayuda, pero el grado de desarrollo establecerá la diferencia para permitir la máxima expresión genética. Es una fase crítica en el desarrollo de los tejidos. Si esa oportunidad no se aprovecha, nunca veremos el efecto completo.
“Si usted quiere una alta producción en la primera lactancia, debe criar y desarrollar correctamente a esos animales”, dijo Robison.
También añadió que crecimiento y desarrollo no son necesariamente lo mismo. El crecimiento es un aumento en el número y/o tamaño de las células. A menudo se mide por un tipo de evaluación estructural del peso. Esa no es la mejor forma de tomar en cuenta el desarrollo tisular óptimo. Es decir, solamente porque es más grande, no significa que funcionalmente sea más eficiente.
El desarrollo es la diferenciación de los tipos de células y sucede en fases. Por ejemplo, establece las células destinadas a convertirse en papilas ruminales y les permite desarrollarse con la estimulación adecuada para alcanzar el máximo potencial.
Si obstaculizamos el desarrollo, obstaculizamos la expresión genética.
Para minimizar la brecha entre el potencial genético y el manejo, Robison aconsejó volver a los básicos. Eso incluye un buen manejo de las vacas próximas al parto, suministro de calostro, leche de transición, y vigilar la calidad de la leche en la dieta antes del destete. La meta principal de un programa de alimentación de becerras es establecer un sistema que pueda lograr el crecimiento y desarrollo óptimos para que las becerras se conviertan en vacas productivas que vivan mucho tiempo.
La autora es editora asociada senior de Hoard’s Dairyman
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