Después de que, durante varios años, la industria lechera estadounidense experimentara una declinación en la fertilidad de las vacas, esa tendencia cambió finalmente a principios de este siglo. La sincronización, selección genética e información genómica han conseguido que las vacas queden preñadas de una forma más fácil y oportuna. Las tasas de preñez por encima del 30% ya no son una aspiración, sino un logro frecuente en muchos establos.
Según Paul Fricke, de la Universidad de Wisconsin, actualmente el mayor desafío reproductivo de los establos está en las vaquillas.
Durante una presentación en el Reproduction Roadshow, Fricke describió que una encuesta, realizada por la Universidad de Wisconsin, indicó que al establo le cuesta 2,355 dólares criar a una becerra hasta el momento del parto. La reducción de ese número depende en gran medida de la atención a la reproducción. Las vaquillas no pueden ser manejadas con una mentalidad de “lo que no veo no existe”, dijo el profesor.
El experto recomendó comenzar a inseminar a las vaquillas cuando alcanzan el 55% del peso corporal maduro del hato. Eso les ayudará a llegar al 85% después del parto.
Fricke presentó un establo con 7,000 vacas donde su equipo revisó los datos de inseminación y parto de las vaquillas. Dividieron a los animales en cuatro partes dependiendo del peso corporal antes del parto y encontraron una diferencia de 25 puntos porcentuales en la preñez por inseminación artificial entre las vaquillas más delgadas y las de mayor peso. Las vaquillas más delgadas quedaron preñadas más rápido. También encontraron que esas vaquillas más pequeñas tenían habilidades de transmisión predichas (HTPs) más altas para tasa de preñez y tasa de concepción.
“Las vaquillas menos fértiles ganan mucho peso”, dijo Fricke, señalando que es lo contrario a lo que normalmente se piensa. Cada oportunidad desperdiciada para preñar una vaquilla, son otros 21 días en los que ese animal simplemente estará comiendo y creciendo.
También, en el caso del establo mencionado, las vaquillas más pequeñas que parieron antes, tenían algunas de las HTP más bajas para producción de leche, aunque, claro, empezaron a producir leche antes. Por otro lado, una vez que las vaquillas grandes parieron, dieron más leche, probablemente debido a una combinación de genética y tamaño, explicó Fricke.
Para ayudar a las vaquillas, describió que es bastante popular aplicar el protocolo de sincronización de cinco días con CIDR, así como el protocolo ligeramente modificado de seis días. El experto afirmó que son buenas opciones tanto para el semen convencional como sexado. En un estudio, realizado por su equipo, encontraron que el protocolo de cinco días le podía ahorrar al productor cerca de 16 dólares en semen sexado, en comparación a los seis días, debido a una tasa de preñez por inseminación artificial ligeramente mayor. “La única cosa que usted no debe hacer con el semen sexado es inseminar demasiado pronto”, explicó. “Con el semen convencional, es casi imposible inseminar demasiado pronto”, añadió.
Finalmente, la reproducción exitosa de las vaquillas es lo que permite avanzar al hato porque aporta genética nueva a la línea de leche y reemplaza a las vacas que dejan el hato. Aprovechar al máximo cada vaquilla del establo, es todavía más importante para el manejo actual de su inventario. “Ahora estamos criando menos vaquillas, por lo tanto, es más importante ser mejores con ellas”, concluyó Fricke.
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