La industria lechera está un paso más cerca de contar con una vacuna para la influenza aviar altamente patogénica (H5N1). A finales del mes de agosto, el secretario de Agricultura, Tom Vilsack, anunció que el Departamento de Agricultura de Estados Unidos había autorizado la primera prueba de campo para una vacuna contra el virus.
Varios grupos de científicos han estado trabajando en desarrollar una vacuna para este nuevo problema confirmado por primera vez en el mes de marzo de este año. Hasta ahora, todas las pruebas habían sido realizadas en centros de investigación, como el Centro de Investigación de Enfermedades Animales en Ames, Iowa. Con esta aprobación, se permitirán pruebas en ambientes más parecidos a los establos lecheros actuales.
La vacuna es una herramienta importante para que los productores de leche elaboren un plan de ataque contra esta enfermedad. Desde el mes de marzo, se han confirmado 193 casos en 13 estados de la Unión Americana. Afortunadamente, la diseminación disminuyó durante el verano, con solamente 20 casos nuevos en cinco estados durante el mes de agosto.
Aunque las vacas que contraen la enfermedad no padecen un impacto tan grave como las aves, sí hay una disminución en producción de leche e ingestión de alimento, por lo tanto, algunos establos prefieren desechar a estos animales incluso antes de que se recuperen de efectos prolongados. También existe el problema de la diseminación a los humanos, varios trabajadores que estuvieron en contacto con vacas enfermas, experimentaron síntomas leves de la enfermedad.
No se han desarrollado vacunas contra la enfermedad para las aves. Vilsack expresó su optimismo de que, con la información obtenida a partir de las pruebas en ganado lechero, puedan desarrollar una vacuna eficaz y segura en el futuro cercano.
La investigación ha sido crucial porque no se esperaba que el virus infectara ganado lechero. Sin embargo, de acuerdo con los registros del Centro para Control y Prevención de Enfermedades, varias formas de este virus ya habían sido detectadas en muchas especies alrededor del mundo durante más de un siglo. Todavía no se sabe cómo se disemina y muta. En ganado lechero, parece desarrollarse en la ubre porque ahí se encuentran muchos receptores potenciales para el virus. Esto contrasta con otras formas de influenza, que generalmente invaden las vías respiratorias.
Hasta que se apruebe una vacuna, la mejor medida contra la enfermedad es vigilar la bioseguridad, para prevenir que contaminantes nuevos entren al establo.
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