Recientemente, tuve la oportunidad de reunirme con nutricionistas lecheros, líderes provenientes de todo Estados Unidos. Entre otras cosas, nuestras conversaciones giraron en torno al porcentaje de forraje en la ración más común en cada región. Fue muy interesante aprender sobre los factores que influyen sobre las características de la ración en cada área. No es sorprendente observar que entre más se mueven hacia el oeste, los establos dan menos forraje. Eso sucede tanto en dietas para vacas en producción como secas. La contundente razón para esta tendencia geográfica es la lluvia, junto con la facilidad de producción durante el año.
Por ejemplo, un establo en la zona norte del medio oeste o del este, necesita un drenado especial en el campo para poder sembrar. En los mismos campos, en las Grandes Llanuras, podría requerir una profundidad de hasta 90 metros para alcanzar el Acuífero Ogallala. Más al oeste, podría haber un canal de riego corriendo a plena capacidad, pero pasando por terrenos con derechos de agua más antiguos. Entonces, tiene sentido que la inclusión de forraje en la dieta típica de vacas lecheras, pueda variar desde más del 60% hasta alrededor del 30%, dependiendo de la región. Eso es una gran diferencia considerando que las vacas lecheras alimentadas en Nueva York, Minnesota, Kansas o California tienen prácticamente los mismos requisitos nutricionales.
¿Cómo se pueden formular raciones exitosas en situaciones tan dispares? La respuesta se encuentra en el hecho de que las vacas requieren nutrientes, no ingredientes.
Depende de cómo lo utilice
Pregúntese ¿por qué es la “calidad del forraje” uno de los términos más comunes, análogo a la exitosa producción de leche? Primero, describamos mejor lo que la mayoría entendería cuando escuchara el término “buena calidad del forraje”. Para heno y ensilado, deberían comenzar nombrando características como alto en proteína, bajo en fibra, alto en digestibilidad. A partir de estos resultados de laboratorio, haríamos más cálculos para determinar una alta producción de leche por tonelada o calidad relativa de forraje (CRF o RFQ). Estos valores podrían incluso utilizarse para elegir cuál forraje gana en el concurso de su feria local o ¡en la Exposición Mundial Lechera de Madison!
Sin embargo, como vivimos y trabajamos dentro de una economía en la que compramos alimento para vender leche ¿no debería ser la mejor calidad de forraje la que reporte el mayor beneficio en utilidades para el productor? “Ah, sí” podríamos decir, después de reflexionar brevemente. “No siempre debemos comprar el mejor heno porque podría ser demasiado caro. Si bajamos un poco la CRF, haremos una mejor compra”. Sí, esto es cierto, pero no es lo que realmente quiero decir. Mi punto aquí es que una vaca lechera necesita nutrientes, incluyendo proteína, fibra, almidón y otras fuentes de energía, así como varios componentes, como vitaminas y minerales. La mejor calidad de forraje para una ración en particular, será la que encaje mejor después de tomar en cuenta el costo y contenido de nutrientes en otros ingredientes que se darán junto con ese forraje.
A menudo, digo que los cálculos necesarios para balancear raciones son matemáticas que no se pueden hacer mentalmente. Si usted planea no utilizar un programa de balanceo de raciones, pero les va a dar a sus vacas una ración que sea 100% forraje, entonces sí, con la “más alta calidad” de forraje, podría obtener la mayor cantidad de leche. Sin embargo, si planea combinar muchos ingredientes juntos que se complementan entre ellos, evaluar solamente la calidad no será suficiente, si su meta es conseguir máximo retorno de su inversión.
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