Analizando el verdadero valor de la “calidad” del forraje (continuación)
por Steve Martin, DNMCMILK
Dos ejemplos
La decisión entre opciones aparentemente altas o bajas en calidad de forraje tiene dos realidades muy distintas, dependiendo de si usted está cultivando o comprando el forraje. Cuando compra forraje, un buen análisis de laboratorio junto con información y precios de otros ingredientes disponibles, le permitirá tomar la mejor decisión. Si está cultivando el forraje, la decisión depende del plan que sugiere su análisis económico y, a partir de ahí, ciertas variables como lluvia, viento y calor tendrán la última palabra. Revisemos un ejemplo de cada uno, permitiendo que los valores económicos y nutritivos le ayuden a decidir cuál es verdaderamente la mejor calidad de forraje para una dieta en particular.
Primero, veamos un establo que compra heno de alfalfa para ofrecer cerca de 4.5 kg de materia seca en una dieta para vacas en producción. La primera opción es un corte en las primeras etapas que podría calificar como heno número uno. La proteína es alta (24%), fibra detergente neutro (FDN) baja, en 31%, y tiene una excelente digestibilidad a las 30 horas (dFDN30) de 50%. Debido a su alto contenido de proteína y digestibilidad de FDN, la FDN no digestible a las 240 horas (FDNnd240) es muy baja, del 12%. Esto se oye como una muy buena elección que debería respaldar una alta producción de leche cuando se incluye en la dieta. Pongamos un costo de 275 dólares ($) por tonelada.
La segunda opción también es un buen heno de alfalfa, pero con unos cuantos días más de crecimiento, la proteína cayó a 19% y la FDN se elevó al 40%. Como es más maduro, perdió digestibilidad y la dFDN30 es del 44%, mientras que la FDNnd240 es más alta del 17%. Sin embargo, este heno es un poco más barato y está en $225 la tonelada. En todos los aspectos, este heno respalda menor producción de leche. Sin embargo, como no lo vamos a dar solo, necesitamos utilizar el programa de balanceo de raciones para que nos ayude a decidir cuál es la mejor compra.
En la realidad, necesitaríamos saber el precio de cada ingrediente que se ofrecerá junto con el heno elegido. Para este ejercicio, consideremos dos ingredientes que tendrían tasas de inclusión variables, dependiendo del heno que se compre: cascarilla de soya y harina de canola. Si elegimos el mejor heno (opción A) daríamos por ejemplo 1.8 kg de canola y 900 gramos de cascarilla de soya, con una mayor inclusión de heno. Si elegimos el otro heno, de calidad más moderada (opción B), podrían ser 2.2 kg de canola y 1.8 kg de cascarilla de soya. Por lo tanto, si el heno cuesta $275 o $225 ¿cuál compramos? Bueno, depende del precio de la harina de canola y la cascarilla de soya. Es probable que los otros ingredientes en la ración también cambien, pero los nutrientes suministrados en canola y cascarilla de soya le ofrecen la oportunidad de “equilibrar” el heno de baja calidad. Si son baratas, probablemente la elección correcta sea el heno de menor costo. Si son caras, probablemente sea mejor escoger el heno más caro. Como dije antes, estas matemáticas no se pueden hacer mentalmente.
La situación donde el forraje se cultiva en el establo es bastante parecida, con una dimensión adicional que podría no reflejarse en los forrajes comprados. Por ejemplo, veamos un ensilado de cereales de grano pequeño como trigo o triticale. Si cosechamos en la etapa de la hoja bandera, podríamos tener valores de proteína cruda acercándose al 20%, alto en azúcares y sorprendentemente bajo en FDN y con alta digestibilidad. El problema aquí es que la producción será menor y el costo por tonelada más alto. También probablemente sea más difícil de cosechar y asegurar un buen proceso fermentativo.
Sin embargo, si la canola u otras fuentes de proteína como la harina de soya, son caras y las fuentes de fibra digestible como la cascarilla de soya son difíciles de obtener o también son caras, este ensilado más caro y de menor producción, probablemente sea la mejor opción en términos de costo beneficio para la ración final. Sin embargo, si la proteína comprada y los subproductos son abundantes y baratos, la mejor opción podría ser retrasar la cosecha unas cuantas semanas y obtener una mayor producción, consiguiendo una ración más barata. Cuando se suministra este material, la inclusión por vaca podría ser un poco menor y los granos compensarían la menor proteína y fibra digestible.
La opción “correcta” no siempre es la misma
En el mundo real, esto pocas veces es definitivo. Sin embargo, estos principios deberían estar siempre presentes en la mente del productor de leche cuando cultiva o compra forraje. No importa si el forraje es de alta calidad o una opción con más fibra y menos proteína, la ración en el comedero debería ser equivalente. Cuando tenemos un forraje de “baja calidad”, no deberíamos esperar menor producción de leche. Si hay varios ingredientes con proteína y productos ricos en fibra digestible como la cascarilla de soya y pulpa de remolacha, disponibles en cantidades suficientes, todavía puede ofrecer una buena ración a las vacas. Aunque gran parte del esfuerzo en este proceso sucede en el laboratorio o la computadora, la forma física, longitud de partícula y otros factores, deben considerarse en el momento de mezclar. La adición o retiro de cuchillas y el tiempo de mezclado para las distintas raciones, es decisivo para asegurarse de que cada dieta colocada en el comedero tenga la forma correcta. Puede utilizar la Caja Separadora de Partículas de la Universidad Estatal de Pensilvania para asegurarse de completar ese último paso de forma correcta.
Una última anotación: La calidad del forraje incluye aspectos como estar libre de anti nutrientes como moho, micotoxinas, tierra y exceso de maleza. Sabemos cómo se ve el buen alimento cuando lo vemos. Solamente necesitamos que el laboratorio complete los detalles finales y, entonces, que la computadora nos ayude a tomar la mejor decisión de la ración final. El forraje correcto será aquél que le ofrezca el mayor margen de utilidad, mientras respalda la buena salud de las vacas.
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