Los primeros 42 días en la vida de una becerra han sido investigados ampliamente, pero todavía no son bien comprendidos. La proteína microbiana producida por la microflora ruminal ofrece casi un equilibrio perfecto de los 10 aminoácidos esenciales, pero ¿cuándo empieza la fermentación en el rumen? Existe controversia sobre los detalles específicos acerca de la forma en que el animal desarrolla una microflora madura en el rumen. Durante décadas, se ha aceptado que toda la leche y los sustitutos de leche sobrepasan el rumen y van directamente al abomaso, esto se ha verificado mediante ultrasonido en el surco reticular o gotera esofágica.
A medida que los productores llevan al límite la alimentación de becerras con mayores volúmenes de leche, observan beneficios importantes. Marcos Marcondes, profesor investigador en el Instituto Miner, vio una oportunidad de estudiar esta fase de producción con la intención de comprender mejor la “caja negra” que representa el rumiante en etapa predestete.
¿Cómo impacta la alimentación con mayores volúmenes de sustituto de leche en el reflujo ruminal, el desarrollo del rumen, el flujo de proteína y energía hacia la becerra, y la fisiología ruminal?
Para responder a esta pregunta, Marcondes administró una dosis estándar y otra doble de sustituto de leche marcado con cobalto, para rastrear y cuantificar el flujo digestivo en becerras sin destetar. Los resultados de este proyecto fueron recientemente discutidos en el podcast “Dairy Science Digest”.
Alimentación acelerada
Algunos productores progresistas han adoptado un modelo de alimentación de aproximadamente 8 litros de leche entera o sustituto, con el objetivo de estimular el desarrollo de la becerra en los primeros 42 días de vida. Sin embargo, este volumen acelerado implica el riesgo de reflujo desde el abomaso hacia el rumen debido a la capacidad limitada.
Investigaciones previas ya habían confirmado que todas las clases funcionales de microorganismos ruminales pueden estar presentes y activas desde los 14 días de edad. “Sin embargo, durante los últimos 50 años se asumió que la proteína de la leche era 100% no degradable en el rumen, por lo que cualquier fuga al rumen se consideraba pérdida”, explicó Marcondes. “Nuestro laboratorio de investigación buscó determinar si esa proteína puede ser fermentada y convertida en proteína microbiana cuando ocurre el reflujo”.
Modelo con cabritos
Se utilizó el cabrito como modelo experimental, ajustando las tasas de alimentación en función del peso corporal. Los cabritos recibieron leche con un marcador digestivo para evaluar cómo fluye la leche a lo largo del tracto digestivo. Aunque el abomaso mostró capacidad de distensión frente a comidas más grandes, se observó el mismo grado de fuga hacia el rumen. “Independientemente del tamaño de la toma, encontramos leche en las cuatro cámaras: abomaso, rumen, intestino delgado e intestino grueso”, señaló Marcondes. Los datos mostraron que más de la mitad de la leche se filtraba al rumen, un resultado bastante inesperado para los investigadores.
Rastreo del tránsito digestivo
La leche pasó al intestino en unas 3.44 horas, en promedio. Para el vaciado total tardó aproximadamente 3 horas en el abomaso, luego otras 3 horas en el rumen, y posteriormente 6 horas en intestino delgado. Se pudo observar actividad ruminal en el periodo predestete mediante la producción de ácidos grasos volátiles (AGV). Además, se registró una concentración de amoníaco de 5.44 mg/dl, indicando la presencia de una microbiota activa en un rumen aún inmaduro, pero ya inicialmente funcional. Para ponerlo en contexto, el valor de amoníaco en una vaca en producción, con un rumen completamente funcional es de 9 mg/dl.
“Encontramos una producción de 2.2 gramos de proteína microbiana”, indicó Marcondes. “Las becerras a esa edad requieren 21 gramos diarios, por lo que esta producción representaría el 10% de sus necesidades, eso no es un dato menor y debería incorporarse a los modelos nutricionales.” Marcondes agregó: “Estos valores se generaron sin ningún grano en la dieta, sólo con leche, por lo que seguramente serían mayores en animales que ya consumen alimento iniciador.”
Investigación futura
Existe la oportunidad de comprender mejor los mecanismos que explican las mejoras observadas. A simple vista, un mayor plano nutricional generó un rumen visiblemente más sano. Se observó también una menor ocurrencia de diarreas, probablemente por una mejor salud intestinal. Se especula que el aumento de glucosa en la dieta podría elevar los niveles del factor de crecimiento parecido a la insulina 1 (IGF-1) conocido por estimular el desarrollo de las papilas ruminales. Un segundo estudio, aún en análisis, busca valorar los cambios histológicos y determinar la fisiología responsable de estas mejoras.
Aplicación práctica
El aspecto práctico de este estudio es que probablemente, alimentar con mayores volúmenes de leche a las becerras sí provoca fugas hacia el rumen, pero no en mayor proporción que un volumen regular, y esa leche que se filtra no se desperdicia: se fermenta y estimula el desarrollo del rumen, favoreciendo la transición a la siguiente fase productiva. Estos beneficios probablemente sean aún mayores en presencia de alimento iniciador.
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Los resultados del estudio mencionado fueron publicados en un artículo de acceso abierto en la revista Journal of Dairy Science, disponible en inglés en:
https://www.journalofdairyscience.org
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