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Las vaquillas “Peter Pan” nunca se recuperan

por Katelyn Allen


La inseminación de vaquillas para que tengan su primer parto a los dos años de edad, tiene el objetivo de colocarlas oportunamente en el camino productivo y que empiecen a pagar los costos de crianza, evitando el aumento de gastos adicionales mientras permanecen abiertas. Sin embargo, la edad del primer parto es un acto de equilibrio, porque si los animales comienzan su vida productiva antes de estar suficientemente maduros, tendrán problemas en su desempeño posterior.

Menor producción de leche, más enfermedades y mayor incidencia de desecho, se asocian con animales que entran al hato en producción con menos del 85% del peso corporal maduro, dijo el experto de la Universidad Estatal de Iowa, Larry Tranel. Su colega, Gavin Staley, veterinario en Diamond V, considera que son vaquillas “Peter Pan”, todavía no han crecido lo suficiente y cuando comiencen el ordeño no habrá marcha atrás.

“Intentarán crecer, pero será a expensas de la lactancia”, dijo Tranel en un podcast de Dairy News. En esta presentación conjunta de Staley y Tranel, se explicó cómo el proceso de maduración de esos animales es entre 7 y 8 veces menos eficiente después del parto.

Conseguir que las vaquillas entren al hato en producción lo antes posible, podría parecer más efectivo en términos de costo-beneficio, pero los efectos de ese retraso en producción implican que los animales no se queden por mucho tiempo dentro del hato. Tranel dijo que, generalmente, las vacas no compensan sus gastos de crianza sino hasta la segunda lactancia. Para lograr el máximo provecho de la inversión en genética y manejo, cada vaca debe permanecer por lo menos tres lactancias dentro del hato. Si las vaquillas paren demasiado pronto, hay mayor probabilidad de que no lo consigan.

El desarrollo de las vaquillas varía según los establos, pero un parto a los 21 o 22 meses de edad, se considera precoz. Para calibrar cómo se están desempeñando sus animales de primera lactancia, Tranel aconsejó monitorear la producción de estos animales en la semana número 10. Ese número le ayudará a calcular un valor aproximado del promedio diario anual del hato.

Por ejemplo, si las vacas están dando 37 kg de leche y usted quiere llegar a 42 kg, y las vaquillas no tienen un pico en producción de 42 kg en la décima semana, nunca lo va a lograr.

Para que las vaquillas alcancen ese número y permanezcan en el hato varias lactancias, deben estar suficientemente grandes y desarrolladas cuando entran al hato en producción. Las vacas seguirán creciendo un poco durante la primera, e incluso la segunda, lactancia, pero Tranel reiteró que deben estar en el 85% de su peso corporal maduro cuando llegan al primer parto.

El otro experto participando en la presentación, Gail Carpenter, enfatizó la necesidad de calcular el peso corporal maduro para su hato. Los promedios para cada raza están bien, pero no describen la variación que podría haber en su establo debido a la genética, alimentación, manejo, etc. Utilice una báscula (o cintas medidoras) para las vacas de tercera y cuarta lactancia que estén en un periodo entre los 100 y 200 días en leche, para tener un valor exacto del peso corporal maduro en su hato.

El peso de una vaca de desecho no funciona, advirtió. Esos animales a menudo están enfermos o por debajo de su peso. Las vacas “problema” y con sobrepeso tampoco son representativas del resto del hato.

Con un valor exacto de qué tan grandes deben ser sus vaquillas cuando llegan a su primer parto, tendrá otra herramienta para ayudarlas a ingresar más fácilmente al hato en producción. La selección genética para una mejor vida productiva, el cuidado de las becerras antes del destete y la nutrición adecuada, le dará mejores rendimientos si las vaquillas no deben invertir energía adicional compensando un crecimiento insuficiente durante su primera lactancia.

La autora es editora asociada de Hoard’s Dairyman


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