Más o menos cada cinco años, tenemos una becerra que se ve perfectamente normal al nacimiento, y unos días después, comienza a levantar la cabeza hacia atrás de forma involuntaria, formando casi una “u”, y no puede enderezarla. Al mismo tiempo, se muestra incapaz de pararse o mantenerse erguida. ¿Cuál puede ser la causa? ¿Hay opciones de tratamiento?
Parece que estas becerras están sufriendo de una condición neurológica que afecta su cerebro. Las enfermedades neurológicas no son muy comunes en becerras de esta edad, pero sí hay varios diagnósticos posibles.
Se deben evaluar anormalidades congénitas o de desarrollo que afecten la estructura o función cerebral. A menudo, pensamos que la evidencia de una anormalidad congénita debería presentarse inmediatamente al nacimiento, pero hay veces que se requiere más tiempo para volverse evidente. Esas anormalidades pueden ser un accidente esporádico del desarrollo fetal o una anormalidad heredable, aunque esto último es extremadamente raro, debido a la vigilancia genética actual del ganado lechero.
En otros casos, pueden ser el resultado de una infección viral de la madre, y consecuentemente de la becerra, durante la gestación. Sin embargo, en esos casos, generalmente se observa más de una becerra afectada, especialmente en hatos grandes donde hay varios nacimientos en la misma semana.
En comparación a los defectos congénitos, las razones más comunes para una anormalidad neurológica son la septicemia, endotoxemia, y niveles anormales en los electrolitos sanguíneos. La septicemia nos remite a la presencia de bacterias, generalmente Escherichia coli o salmonelas, y sus toxinas en el torrente sanguíneo de la becerra, produciendo una enfermedad sistémica.
Generalmente, la bacteria viene de una fuente localizada como el intestino durante un brote de diarrea, el pulmón en caso de neumonía, o el ombligo. Estas becerras a menudo tuvieron una transferencia de inmunidad pasiva deficiente, o nacieron en un ambiente sucio y lleno de estiércol. En algunos casos, las becerras podrían haber consumido calostro o leche altamente contaminados, que produjeron una endotoxemia, con signos clínicos idénticos a la septicemia. Su experiencia de casos esporádicos, durante los primeros días de vida, nos sugiere con un alto grado de posibilidad, que se trata de un caso de meningitis o meningoencefalitis (infección e inflamación cerebral) debido a la falla en la transferencia de inmunidad pasiva e infección bacteriana.
Los niveles anormales de electrolitos sanguíneos, como una concentración demasiado alta de sodio, también puede provocar signos neurológicos. Esto puede suceder cuando las becerras no tienen acceso a agua fresca, limpia, especialmente cuando reciben electrolitos orales durante un brote de diarrea. Si se mezcla una concentración muy alta de electrolitos o se utiliza agua descalcificada (blanda), también sería posible observar niveles de sodio demasiado altos. El sodio ya está presente en un nivel alto en el sustituto de leche, de modo que otros factores pueden tener un efecto aditivo.
Trabaje con su veterinario para desarrollar un examen físico cuidadoso, análisis de sangre y necropsias en las becerras afectadas para determinar la causa. Si envía muestras al laboratorio, investigue previamente cuáles y cómo deben enviarse.
En general, unas buenas prácticas de manejo que aseguren una transferencia de inmunidad pasiva adecuada, calostro y leche limpios y de alta calidad, cuidado apropiado del ombligo, evitar agua descalcificada, así como áreas de maternidad y crianza limpias, ayudarán a limitar el desarrollo de condiciones como la septicemia, endotoxemia y niveles anormales de sodio. Las anormalidades congénitas son difíciles de prevenir, a menos que se haya documentado una infección viral en el útero de la madre mediante una prueba diagnóstica.
La autora es profesora en la Universidad de Wisconsin
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