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Reduciendo los efectos de las micotoxinas

por Jenna Byrne. Editora asociada de Hoard’s Dairyman


Frecuentemente, la palabra micotoxinas se menciona de la misma manera en que se habla de malas noticias y si no se maneja adecuadamente, puede ser una muy mala para los productores de leche. Definidas como compuestos químicos producidos por un hongo, las micotoxinas pueden ser tóxicas para las células cuando se ingieren en altas concentraciones, especialmente en el caso de las vacas lecheras. Sin embargo, esto no es nada nuevo, los seres vivos hemos estado lidiando con micotoxinas desde la evolución, explicó Gustavo Schuenemann, veterinario extensionista de la Universidad Estatal de Ohio, en un episodio de “The Dairy Podcast Show”. Aunque las micotoxinas pueden ser difíciles de controlar, es posible esforzarse en controlarlas mediante pruebas y ajustes en las tasas de inclusión en las raciones.

Si bien existen más de 400 compuestos de micotoxinas, la mayoría comienzan su viaje hacia la vaca cuando el alimento aún está en el campo, esperando a ser cosechado. Estos compuestos químicos también prosperan en el clima frío, especialmente cuando se almacenan en búnkeres, silos o bolsas. Ya sea que se originen en el campo o durante el almacenamiento, las micotoxinas generalmente no matarán a la vaca, pero sí provocarán una reacción. La mayoría de las reacciones ocurren de manera subclínica, que puede producir abortos, baja producción de leche, mastitis, baja digestibilidad en el rumen y efectos sobre las bacterias que producen el complejo de vitamina B en el rumen. Si bien estos efectos pueden ser perjudiciales para el hato, podemos reducir la severidad de las micotoxinas al examinar los ingredientes que se incluyen en la ración.

Las micotoxinas comienzan a causar problemas cuando alcanzan una alta concentración en la ración total mezclada (RTM) y, a menudo, no se trata de una sola micotoxina, sino de múltiples compuestos diferentes. Una señal clara de que se está presentando un problema es una menor duración de la gestación. Se recomienda ampliamente tomar muestras de forraje y enviarlas a un laboratorio para realizar pruebas de cromatografía líquida.

Después de recibir los resultados del laboratorio, es importante identificar qué forrajes están altamente contaminados y elaborar un plan. Los niveles de micotoxinas suelen medirse en partes por billón (ppb) y pueden agruparse en tres categorías: bajo, medio y alto. Aunque suele haber algún nivel de contaminación en todos los alimentos, 100 ppb se considera bajo, 300 ppb medio y 1,000 ppb alto. “Al conocer la tasa de contaminación del ingrediente, se puede manejar la tasa de inclusión y, a través de la tasa de inclusión, reducir la contaminación en la RTM”, señaló Schuenemann. También se recomendaron otros enfoques, como el uso de aglutinantes y tampones.

Aunque es casi imposible evitar completamente el problema de micotoxinas, la buena noticia es que, si se gestionan correctamente, es posible minimizar sus efectos. “Lo más importante que definitivamente necesita saber, es qué le está dando de comer a la vaca en términos de RTM”, afirmó Schuenemann.


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