Como nutricionista de vacas lecheras, me gusta mirar hacia atrás mi historia alimentando vacas y ver cosas que simplemente se descubren mediante prueba y error. Años más tarde surgen explicaciones científicas de por qué funcionan. Algunos conocimientos prácticos sobre las vacas, una atención especial a cosas como la evaluación del estiércol y el monitoreo de los niveles de grasa de la leche, junto con un poco de valentía para empujar los límites de las recomendaciones de alimentación, pueden ser aceptables si se abordan con el debido cuidado.
En mis más de 30 años alimentando vacas, he visto ideas y conceptos que surgieron a partir de prueba y error. Ahora, tienen nombres de nutrientes y recomendaciones. Creo que el mejor y también el más significativo de ellos, está relacionado con la pregunta acerca de cuánto forraje, fibra y material de baja calidad en general, son necesarios en una ración para vacas lecheras en producción. Dado que las vacas son herbívoras y pastan por naturaleza, es obvio que el forraje es muy importante para ellas. Sin embargo, ¿cuánto es la cantidad correcta?
Sabemos que una ración de 100% de forraje es adecuada para la vaca. Es probable que la vaca esté feliz con esta dieta y se esfuerce por masticar y rumiar cualquier cantidad de forrajes, para crecer, gestar, lactar o simplemente mantenerse. Sin embargo, cuando se trata de crecimiento y lactancia, aquí es donde surge el problema. Para convertir a esta bestia forrajera en un animal económicamente exitoso, es probable que una ración de 100% de forraje no sea la elección ideal.
Dado que la producción de carne o de leche requiere energía, y hemos establecido una selección genética que da como resultado animales con un potencial genético mayor, se ha impuesto la necesidad de reducir el porcentaje de forraje y así respaldar ese incremento en producción. La pregunta obvia es: ¿Hasta qué punto se puede reducir el forraje, sabiendo que en algún momento podrán presentarse problemas de salud?
El cambio a la producción de leche
Recuerdo que cuando era estudiante de posgrado en nutrición de bovinos, en 1989, me di cuenta de que realmente no sabía mucho sobre vacas lecheras y producción de leche. Las reglas básicas del establo donde crecí no tenían esa información. Mi experiencia en el establo familiar no fue suficiente para comprender la producción de leche. Así que recuerdo que creé una especie de "resumen" con información básica sobre la producción de leche y la coloqué en un tablero de corcho junto a mi escritorio. Consideren que esto fue antes de que existiera Google. ¡Ojalá tuviera esa hoja ahora!
La información incluía cosas como el peso corporal, la producción de leche esperada, el consumo, y probablemente, si había algo sobre la dieta, sería el porcentaje de forraje en una dieta típica para vacas lecheras. En la nutrición básica de vacas lecheras, nos enseñaron que las vacas lecheras necesitaban un 40% de la materia seca en la ración en forma de forraje. Poco después, con esa información en mente, inesperadamente hice la transición de la nutrición de ganado de carne a la nutrición de vacas lecheras. ¡Eso fue hace 33 años!
El gran cambio en Tejas
A principios de la década de 1990 en Tejas, la industria lechera estaba experimentando cambios. Había establos tradicionales que alimentaban mezclas de granos ricas en almidón en la sala de ordeño, y después tenían pastoreo o algún tipo de heno a libre acceso en el corral. Al mismo tiempo, los productores que se mudaban a Tejas comenzaron a influir en sus nuevos vecinos dando pasos hacia una ración total o parcialmente mezclada.
Con la cantidad limitada de información que se podía obtener a partir del pastoreo o del heno a libre acceso, siempre fue difícil saber si realmente se alcanzaba o no ese mágico 40% de forraje. Hacer que las vacas comieran más forraje era un poco como llevar un caballo al agua. No era una ciencia exacta. Reducir el grano suministrado en la sala de ordeño, podía ayudar si el porcentaje de forraje era inferior al 40%, pero entonces había que preocuparse por la pérdida de leche.
Sin embargo, al construir una dieta para el hato alimentado con una ración total mezclada (RTM), de repente, podíamos realmente determinar el porcentaje de forraje en una ración. Este fue un gran cambio y las vacas tuvieron un mejor rendimiento. Pero, ¿era el 40% realmente el nivel óptimo?
Sabía que los animales en corral de engorda tenían niveles más cercanos al 10%. ¿Había algo que aprender allí, a pesar de las numerosas diferencias en el tipo de animal de cada sistema de producción?
Dado que los forrajes son casi siempre menos densos en energía y menos digestibles que los cereales, reducir el forraje, a menudo puede aumentar la producción de leche. Saber dónde detenerse es el problema. Uno de los problemas con la antigua regla del 40% es que el forraje no es sólo forraje. En otras palabras, ¡no todos los forrajes son iguales, ni siquiera cercanos! La paja de trigo no es lo mismo que un heno de alfalfa de alta calidad, y ninguno de ellos se parece al ensilado de maíz.
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