Una ración bien formulada es una de las herramientas más valiosas en un establo lechero. Le permite asegurar que las vacas permanezcan saludables y productivas. Sin embargo, el balanceo de nutrientes no es el único factor importante en la dieta. La ración también debe condicionar un comportamiento de alimentación óptimo.
“No es solamente lo que comen las vacas sino cómo lo comen”, describió Trevor DeVries, explicando el impacto del comportamiento relacionado con la alimentación sobre la salud, eficiencia y productividad animal. El profesor de la Universidad de Guelph dijo que la producción de leche y componentes, así como la salud ruminal, aumentan cuando las vacas consumen comidas más pequeñas y frecuentes, difíciles de espulgar (seleccionar partículas) y estimulantes para la rumia.
DeVries comenzó un seminario en línea de Balchem, describiendo un estudio donde se descubrió que la mayor ingestión de materia seca (IMS) estaba relacionada con más tiempo invertido en el comedero y mayor frecuencia en las comidas. Por supuesto, se puede consumir más alimento cuando el animal pasa más minutos comiendo. “Para que una vaca coma más debe invertir más tiempo comiendo, comer más rápido, o una combinación de ambas cosas”, continuó DeVries. “Si queremos que la vaca altere su nivel de ingestión, se debe hacer a través de cambios en su comportamiento relacionado con la alimentación”.
Comer más rápido se observa a menudo en hatos con aglomeración en el comedero y puede tener efectos negativos en el rumen. DeVries explicó que grandes comidas, consumidas ávidamente, pueden producir una acumulación rápida de ácidos grasos volátiles en el rumen cuando se empieza a digerir ese alimento. Eso disminuye el pH ruminal, afectando su funcionamiento de varias formas como reduciendo la digestibilidad de la fibra.
Invertir más tiempo comiendo puede conseguir más IMS sin afectar negativamente el rumen, de hecho, la salud ruminal se puede ver aumentada con comidas más frecuentes. En un estudio de DeVries, las vacas que comieron más comidas en el día tuvieron mayor porcentaje de grasa de la leche, lo que podría ser un indicador de una mejor biohidrogenación en el rumen. Eso se debió a una ingestión de alimento más estable, dijo.
También se observó un mayor porcentaje de grasa en la leche de vacas que espulgaron menos su ración, señaló DeVries. Además, la proteína de la leche siguió el mismo patrón que la grasa. Considere que cuando las vacas espulgan, no están comiendo realmente la dieta que se formuló para ellas y no están obteniendo toda la mezcla de aminoácidos disponible.
DeVries continúó, “La otra parte del comportamiento relacionado con la alimentación que debemos considerar es la post ingestión o rumia. “La rumia regular también contribuye para una mayor producción de componentes y salud ruminal, y las vacas rumian más cuando la IMS es más alta. Estos efectos se observan cuando las vacas tienen la mayor parte de su rumia echadas, así que DeVries recordó la importancia de proporcionar espacio y tiempo de descanso para las vacas.
Vigile su forraje
¿Cómo formulamos una ración que aliente comidas pequeñas, frecuentes, difíciles de espulgar y estimuladoras de la rumia? “Voy a resumir esto diciendo que todo se fundamenta en un buen manejo del forraje”, dijo DeVries.
Los factores enumerados fueron calidad (ofrecer alimento digestible), cantidad (las dietas más altas en forraje requerirán más tiempo de alimentación), tipo (seco o ensilado), y tamaño de partícula. “Si bien las vacas requieren un tamaño de partícula efectivo para estimular el rumen, no necesitamos partículas excesivamente largas”, advirtió.
Un manejo apropiado del comedero y el corral que permita a las vacas comer cuando quieran, ofreciendo una ración que aliente un comportamiento saludable, es la clave para la eficiencia, productividad y salud de las vacas, concluyó DeVries.
La autora es editora asociada de Hoard’s Dairyman.
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