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No es sólo vacunar, hay que inmunizar

por Katelyn Allen


Administrar una vacuna es una cosa, pero que el animal desarrolle inmunidad es otra. Existen muchos factores en juego que afectan una vacuna y su acción en el organismo, determinando qué tan bien se controla la inmunidad.

“Lo que pasa entre la vacunación y la inmunización es realmente importante”, dijo la veterinaria extensionista y profesora Hayley Springer, durante un seminario en línea de la Universidad Estatal de Pensilvania, hablando sobre enfermedades de becerras. La vacunación no significa necesariamente que la enfermedad no ocurrirá, pero es una herramienta para reducir la gravedad. Utilizar las vacunas correctamente, para permitir que las becerras desarrollen inmunidad, significa que el animal tendrá la mejor protección posible contra la enfermedad, de acuerdo al alcance del producto en particular, explicó Springer.

Señaló tres áreas que pueden afectar el poder de inmunización de una vacuna:

Factores relacionados con la vacuna misma.
Factores del animal.
Factores de la enfermedad.

Primero, la vacuna debe ser efectiva, de otro modo, el producto ofrecerá muy poco beneficio. Eso quiere decir que la vacuna debe almacenarse y manejarse correctamente. Springer señaló que eso es mucho más importante en el caso de vacunas modificadas, porque el organismo activo puede morir, debido al calor o frío, y no podrá proliferar en el organismo para disparar la respuesta inmune deseada. Las vacunas toxoides e inactivas, también pueden estropearse, debido a un manejo deficiente, así que, aún administrando la vacuna, el animal no obtendrá el beneficio de inmunidad esperado.

Si se administra una vacuna activa a la becerra, el estado inmune del animal puede afectar la forma en que responde, continuó la veterinaria. Específicamente, el estrés puede tener un impacto negativo en cómo se desarrolla la inmunidad. La becerra puede experimentar muchos factores de estrés: calor, frío, enfermedad, sociales, alojamiento, cambios en la dieta. El destete es un periodo de estrés para la becerra, de forma que es conveniente evitar las vacunas en ese lapso.

Springer también explicó que el calostro puede influir en la eficacia de una vacuna. “Si inyectamos una vacuna, y esa becerra tiene una inmunidad materna realmente fuerte, esa IgG que absorbió del calostro de la madre, intentará protegerla de la vacuna”, dijo. Una forma de trabajar en las primeras etapas de vida de la becerra, es utilizar vacunas intranasales. “Las vacunas intranasales utilizan un método diferente de las vacunas inyectables, en términos de cómo estimulan el sistema inmune, permitiéndonos proporcionar protección adicional a la inmunidad calostral”, describió Springer.

Finalmente, los desafíos de enfermedad que enfrenta la becerra, y su gravedad, pueden afectar la forma en que responde a la vacuna. “¿Va a enviar a la becerra a un centro de recría grande, donde estará expuesta a más patógenos?” preguntó Springer. “Todas esas situaciones implican mayor riesgo, y sería bueno ajustar la vacunación para estos animales”.

La experta aconsejó trabajar con el veterinario, para implementar un protocolo de vacunación que funcione en su establo. Además de los factores discutidos anteriormente, el historial de vacunación, la conveniencia del tratamiento, y sus posibilidades, son consideraciones que deben tomarse en cuenta cuando se planea un programa de vacunación. Cada establo tiene necesidades distintas, es necesario identificarlas, para desarrollar un sistema exitoso que no solamente vacune a los animales, sino que los inmunice.

La autora es editora asociada de Hoard’s Dairyman.



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