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La utilización de la fibra requiere un equilibrio delicado

por Gonzalo Ferreira


Desde que era estudiante universitario, siempre he sentido una gran pasión por la calidad del forraje y la nutrición de los rumiantes. Hace casi 25 años, comencé mi pasantía de investigación en el Centro de Investigación de Forraje Lechero del Servicio de Investigación Agrícola del USDA en Madison, Wisconsin, donde evalué la calidad del ensilado de maíz bajo la tutoría de Dave Mertens. Hace más de 10 años, empecé a desarrollar mis propios programas de investigación sobre calidad y manejo del forraje en el Tecnológico de Virginia. Con el paso del tiempo, me complace decir que mi pasión por la calidad del forraje crece año tras año. Dicho esto, debo añadir que conforme generamos y analizamos más datos nuevos, me siento más confundido al tratar de entender cuáles son los mejores indicadores de calidad del forraje. Recientemente, me ha entusiasmado cómo mi interpretación de "un mejor forraje" ha cambiado, a medida que modifico la perspectiva o el enfoque. Permítanme dar un ejemplo.

En un estudio reciente, patrocinado por la Asociación de Análisis de Forraje de Estados Unidos, se investigó la cinética de la digestión de la fibra detergente neutro proveniente de tallos de alfalfa, cultivos de verano (maíz, sorgo y mijo) y cultivos de invierno (cebada, trigo, pasto ballico, triticale y avena) mediante una incubación en el rumen de las vacas en diferentes periodos (desde 0 hasta 240 horas). Por definición, la fibra detergente neutro no degradable (FDNnd) es aquella que no se degrada después de 240 horas de fermentación. Una alta concentración de fibra no digestible implica una calidad deficiente del forraje. En el estudio los tallos de alfalfa mostraron un 60.2% de FDNnd, en base a FDN. Mientras que los pastos de invierno y verano tuvieron la menor concentración de FDNnd (45.7% y 39.9%, respectivamente, en base a FDN. Con base exclusivamente en estos valores, podríamos decir que la calidad de los tallos de alfalfa es menor. Pero mirémoslo desde otra perspectiva.

En la fibra o fibra detergente neutro (FDN) podemos distinguir al menos dos categorías. La primera es la FDN no digestible (FDNnd). La otra categoría es la FDN potencialmente degradable (FDNpd) que puede calcularse como 100 menos FDNnd. Vale la pena señalar que la FDNpd es la fracción de la fibra que proporcionará energía al animal. Con base en la información obtenida anteriormente, podríamos decir que los tallos de alfalfa tienen la menor cantidad de FDNpd (39.8%) y los pastos de verano o invierno (54.3% y 60.1%, respectivamente).

En la investigación, también se analizó la tasa a la que se digiere la FDNpd (también conocida como velocidad de digestión o kd). En el estudio, los tallos de alfalfa tuvieron una kd igual a 7.9% por hora, mientras que los pastos de invierno y verano tuvieron una kd de 2.6% y 3.1% por hora, respectivamente. Estos valores implican que, a las 48 horas de fermentación en el rumen, se ha degradado el 98% de la FDNpd de los tallos de alfalfa, mientras que solamente se habrá digerido entre el 71% y 78% de la FDNpd de los pastos de invierno y verano, respectivamente. Con base en esta cinética, podemos decir que se obtiene más energía de los tallos de alfalfa que de los pastos.

Sin embargo, el análisis no termina aquí. La degradación de la fibra depende de su permanencia dentro del rumen para que los microbios puedan degradar la FDNpd. si el forraje digestible se escapa demasiado pronto del rumen, entonces no podrá ser degradado. Después de aplicar una tasa de paso por el rumen de 3.25% por hora, los tallos de alfalfa tuvieron una degradación ruminal efectiva (ERD) del 70.9%, mientras que los pastos de invierno y verano tuvieron una ERD para la FDNpd del 44.4% y 48.8%, respectivamente.

En resumen, aunque los tallos de alfalfa tenían más FDNnd que los pastos de invierno o verano, pueden proporcionar más energía. Como dijo una vez mi estudiante de posgrado, es el delicado equilibrio entre la velocidad a la que los forrajes son degradados por la comunidad microbiana y la velocidad a la que las partículas de forraje salen del rumen lo que determina la utilización de nutrientes por parte del ganado.

El autor es profesor del Tecnológico de Virginia.


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