Tenemos un establo con 600 vacas y últimamente hemos encontrado un problema nuevo. Entre el 5 y 10% de nuestras vaquillas recién paridas tienen cojeras y pezuñas hinchadas. Están alojadas en un corral de echaderos libres con piso de concreto. Las vaquillas afectadas tienen mucho dolor y hemos tenido que desechar algunas porque el dolor las tumba.
Cuando el veterinario realizó la necropsia no vio daño grave en los tejidos, pero envió muestras al laboratorio. Si no se ve evidencia de lesión o pezuñas infectadas ¿qué sigue?
Wisconsin M.I.
Esta situación no encaja en una definición de libro de texto que describa los principales sospechosos de enfermedades infecciosas. Para responder a su pregunta, me reuní con Ryan Breuer, D.V.M. y Andrea Pohly, D.V.M., del Laboratorio Diagnóstico Veterinario de Wisconsin (WVDL). El envío de muestras de la necropsia al laboratorio, fue útil para encontrar la causa de estas cojeras.
En la mayoría de los casos que hemos conocido, donde se presenta una laminitis que progresa rápidamente con patas inflamadas, la causa es una lesión o, a veces, una inyección intramuscular, que se infecta con clostridios. En la comúnmente llamada “pierna negra”, vemos animales con una inflamación que asciende por la pata, causando mucho dolor, y que, a menudo, termina con la muerte. En esos casos, normalmente encontramos Clostridium chauvoei, y el tejido es necrótico, rojo oscuro y negro a simple vista, de ahí su nombre.
Ocasionalmente, se observa edema periférico y laminitis por micoplasmosis (Mycoplasma wenyonii) un parásito endémico de los glóbulos rojos. Casi todos los establos en el medio oeste norteamericano están afectados. Su problema no se presenta como un caso típico de M. wenyonii, porque entonces sólo habría uno o dos animales con signos clínicos graves.
El diagnóstico patológico de su caso encontró evidencia de especies clostridianas en el tejido muscular, pero en los cultivos no se obtuvo C. chauvoei. El microorganismo encontrado fue Clostridium septicum, que es menos común en Wisconsin. La imagen del microscopio muestra tejido muscular con bacterias color púrpura infiltrándose en las fibras del tejido musculoesquelético.
¿Cómo llegó ahí la bacteria si no hay evidencia de una lesión? A diferencia de Clostridium tetani, las especies como chauvoei y septicum pueden entrar al organismo a través del alimento o durante el pastoreo. Causan la enfermedad cuando se produce erosión en el tejido y permite el crecimiento vegetativo de la bacteria. Las vacunas que utilizamos no previenen la infección, sólo reducen la gravedad de la enfermedad o previenen los signos clínicos.
En este hato, no fue posible elaborar un diagnóstico hasta que se realizaron análisis patológicos y bacteriológicos. La penicilina es el antibiótico más común utilizado para miositis clostridiana, pero el pronóstico a corto y largo plazo va de reservado a malo. Las vacunas toxoides ayudan a controlar los signos clínicos. Si el establo ya está utilizando un producto toxoide, podría necesitar una dosis de refuerzo o una evaluación de los protocolos de vacunación.
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