Boletín Hoard's Dairyman en español




Proteja su inversión en medicamentos

por Abby Bauer




La salud de los animales es un tema que siempre está presente en la mente de los productores. Una variedad de prácticas y productos contribuyen a proteger los hatos lecheros, enfocándose en la prevención y el tratamiento de enfermedades. Según Joe Armstrong, D.V.M., extensionista de la Universidad de Minessota, un día lluvioso puede ser el momento perfecto para revisar y reorganizar un refrigerador o un botiquín de medicamentos, inspeccionando que su contenido siga siendo eficiente.

Se llevó a cabo un seminario en línea por parte de la Universidad de Minnesota "The Moos Room", donde Armstrong recomendó que lo primero era asegurarse de que el refrigerador utilizado para almacenar los productos de salud del hato estuviera en buenas condiciones. Señaló que el refrigerador de un establo por lo general comienza su vida en otro lugar.

"Si ya no sirve para almacenar comida, ¿por qué serviría para almacenar productos que valen miles de dólares?", preguntó. "Sólo ponga cuidado cuando lo saque de casa; asegúrese de que funcione".

Coloque un termómetro en el interior del refrigerador para confirmar que enfría correctamente, Armstrong explicó, que es necesario hacer esta prueba desde varios puntos, ya que puede haber variaciones dentro del refrigerador.

Al revisar las vacunas almacenadas, Armstrong destacó la necesidad de revisar cuidadosamente las fechas de caducidad. Si un producto se acerca a su fecha de vencimiento, él recomienda hablar directamente con el fabricante, o bien, con el veterinario para ver si es posible reemplazarlo. Les recordó a los oyentes que las vacunas pierden efectividad después de la fecha fijada.

Ya sea en el refrigerador o en la estantería, los medicamentos para vacas en producción deben estar separados del resto. Por su parte, los productos destinados específicamente a los becerros deberán almacenarse de preferencia en una zona separada.

Armstrong, dijo que en el caso de algunos antibióticos, una vez que el sello se haya roto, deberán utilizarse en un plazo de 28 días. Algo que se aconseja, es escribir la fecha de cuando se abrió el frasco por primera vez. Comentó que siempre se puede consultar con el fabricante del producto, o con el veterinario para determinar la manera óptima de almacenarlos y guardarlos.

Si se presenta alguna duda sobre el tiempo que lleva abierto el frasco, o, si se ha contaminado, o si hay incertidumbre con respecto a la eficacia del producto, Armstrong alentó a los productores a desecharlo y sustituirlo por otro. Dijo que podrían llegar a producirse reacciones fatales en los animales que son tratados con productos contaminados.

Agregó que se debe evitar a toda costa almacenar frascos con jeringas dentro, ya que existe riesgo de contaminación. Igualmente, si la tapa de un frasco se está desgastando, habrá que reemplazarla de inmediato.

Es de suma importancia comprobar el etiquetado de todos los productos, dijo. El nombre y la dirección del veterinario que los prescribe deben aparecer en todos los productos recetados, así como las instrucciones de uso, los periodos de retiro de la leche o la carne, las declaraciones de seguridad necesarias, y el ingrediente activo. "Todo esto tiene que estar en la etiqueta de alguna manera", enfatizó.

Esto, con relación a los antibióticos que se prescriben para su uso de una manera específica. Si los detalles no se encuentran impresos en una etiqueta, sugirió que se hablara sobre esta situación con su veterinario para que pueda ayudarlo a solucionar el problema.

Por último, habló sobre la importancia de asegurarse de limpiar las agujas y jeringas con regularidad, incluyendo las jeringas reutilizables por supuesto. "Son muy cómodas, y es muy agradable tenerlas siempre a la mano, pero para que sigan funcionando correctamente es necesario mantenerlas limpias; no permita que se le acumulen, evite la contaminación cruzada", concluyó.

La autora es editora asociada Senior de Hoard’s Dairyman



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