En el establo de Tony Brubaker de Pensilvania, comenzaron a monitorear la ingestión de materia seca desde hace 15 años. Si bien les parecía bueno conocer estos números, Brubaker dice que no hacían mucho con esta información, hasta que comenzaron a comparar estos datos con otros aspectos del establo, como la producción de leche. Nos explicó cómo utilizan ahora estos números, durante un seminario en línea del Centro para la Excelencia Lechera.
Brubaker, su hermano Mike, y su sobrino Josh, son socios en una operación de 1,300 vacas, ubicada en Mt. Joy, Pensilvania. Al principio, compraron un sistema de monitoreo de alimento porque querían tener una idea de cuánto comían las vacas. Sin embargo, una vez que Josh se incorporó al establo, comenzó a demostrar sus habilidades, creando una hoja de cálculo interactiva en Google. Además de la ingestión de materia seca, también incluyeron otros factores, como kilos de producción por vaca, costos de alimentación por kilo de materia seca, y precio por cien kilos de leche.
Con sólo introducir esos números, Brubaker dijo que pueden utilizarlos en muchas formas diferentes, incluyendo calcular los ingresos menos costos de alimentación, costo por vaca por día, costo por cien kilos de leche, eficiencia alimenticia, de los componentes y de los empleados. Solamente toma un poco de tiempo y esfuerzo introducir los números en la hoja de cálculo, pero la información que obtienen es muy valiosa.
“A medida que hacemos cambios en el alimento, sabemos en tiempo real cómo esas modificaciones están afectando los resultados”, dijo. “Podemos tomar decisiones de forma muy exacta y rápida, con base en los cambios de manejo que hacemos”.
También utilizan estos datos para hacer una programación de metas con sus empleados, en las áreas de calidad de la leche y manejo del alimento. Un panel electrónico localizado en el punto de entrada de los empleados, les ofrece a todos una vista rápida del desempeño actual del hato.
Utilizando un sistema electrónico para monitorear el alimento, encuentran que no es tan difícil hacer el seguimiento de la ingestión de materia seca. “No necesitas un sistema complicado para hacer eso”, dijo. Brubaker animó a los establos que no tienen un sistema de monitoreo a utilizar cálculos manuales al menos una vez por semana, para tener una línea base para evaluar el hato.
“Lo que vigilas es lo que valoras”, dijo Brubaker. “Todo lo que medimos cada día en tiempo real nos ha dado mucha información valiosa. Y seguimos aprendiendo nuevas formas de utilizarlo para manejar mejor lo que estamos haciendo”.
Un descubrimiento reciente fue la relación del ensilado de maíz de nervadura café con respecto a la eficiencia alimenticia del hato. Cuando comenzaron con este híbrido hace tres años, observaron una disminución en la eficiencia alimenticia, aunque las vacas estaban produciendo bien. Para contrarrestar esto, incorporaron un pequeño porcentaje de ensilado de maíz convencional en la ración. Eso provocó una digestión un poco más lenta, pero se mantuvo una mejora en la producción de leche y la eficiencia alimenticia regresó a lo que ellos querían.
“La meta es siempre producción más alta, pero queremos una producción alta tan eficientemente como sea posible”, explicó. “Si no hubiéramos registrado la ingestión, nunca hubiéramos podido darnos cuenta de eso, ni hubiéramos sabido de dónde venían esos resultados”.
Brubaker reiteró que una de las lecciones principales que aprendió es que el seguimiento de la ingestión de materia seca se vuelve más útil, si lo comparamos con otras medidas en el establo. “De otra forma, es solamente un número, y no sabes qué más hacer con él, solamente quieres que sea muy alto”, dijo. Por otro lado, cuando la ingestión de materia seca se conecta con otros indicadores clave en el establo, se puede aprender mucho, y al final, se pueden ver los resultados de esta unión.
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