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Médica veterinaria opina sobre los cambios por COVID

por Abby Bauer




Hace más de un año, la pandemia sanitaria mundial paralizó muchos aspectos de la vida diaria. Los productores se enfrentaron a un sinnúmero de interrupciones y desafíos, pese a eso, había que sacar el trabajo adelante. De igual manera, las personas que trabajan como proveedores de servicios continuaron haciendo su trabajo, aunque con algunos ajustes.

Kaitlyn Lutz, es veterinaria en la Clínica Veterinaria Keseca en Geneva (Nueva York). En una mesa redonda durante la Conferencia de Salud y Nutrición de los Hatos, de Cornell, explicó los pasos que realizó en su práctica veterinaria para hacer frente a la pandemia.

Días después de la declaración de emergencia nacional, Lutz comenzó a mostrar síntomas, por lo que decidió hacerse la prueba de COVID-19. Mientras esperaba los resultados, se quedó en cuarentena. Diez días más tarde, recibió el resultado, dando positivo. La clínica, por su parte se vio en la necesidad inmediata de crear un plan de acción para poder seguir laborando.

La semana siguiente, establecieron un horario de emergencia. Habiendo completado su período de cuarentena, los síntomas de Lutz desaparecieron, y regresó a la clínica para atender el trabajo de oficina, y alcanzar a cubrir lo básico, mientras, el resto del personal se encontraba en cuarentena. Por suerte, ningún otro empleado se enfermó.

Notó, que algunos productores estaban inicialmente nerviosos al trabajar con ella, ya que había dado positivo, y siendo el comienzo de la pandemia, había todavía muchas incógnitas. Dijo que su equipo aprendió rápidamente a transmitir la información más confiable disponible en ese momento, y a encontrar formas de resolver los problemas del hato, mientras tanto, se esforzaban por mantener a todo mundo lo más cómodo posible.

En la clínica, aumentaron sus protocolos de higiene, siguiendo las directrices establecidas por los Centros de Control de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés). También exigieron el uso de tapabocas en todo momento.

Su clínica también cuenta con un laboratorio de diagnóstico, por lo que mantener el distanciamiento social en un espacio cerrado como la oficina, se volvió complicado. Muy pronto se dieron cuenta de que tenían que alternar los horarios de trabajo, para así, mantener a una sola persona en el laboratorio durante cada turno. "Les costó un poco de trabajo, pero ahora vamos bastante bien", dice Lutz.

Los veterinarios solían pasar más tiempo trabajando en la oficina, pero ahora sólo vienen a la clínica para reabastecer suministros. Hay una hoja de registro para los visitantes, y hemos instalado una estación donde los clientes pueden recoger sus pedidos. Los empleados también llenan un registro de salud diariamente.

En cuanto al trabajo en los establos durante la pandemia, "las cosas son un poco más fáciles en algunos aspectos, y un poco más difíciles", explicó Lutz. Empezaron a realizar exámenes de salud a los clientes, y cuando llamaban, primero que nada, les preguntaban si habían presentado síntomas de COVID-19. Los veterinarios usan tapabocas y guantes todo el tiempo.

Lutz dijo que en los establos hay momentos en los que varias personas deben trabajar de cerca, haciendo del distanciamiento social algo imposible. Por ejemplo, en una cesárea. Sin embargo, durante un tiempo, su personal puso en espera todas las reuniones presenciales que se realizan en el establo, y en su lugar, ofreció algunas reuniones y oportunidades educativas a través de plataformas virtuales.

Lecciones aprendidas

Lutz, dijo que un punto que se reforzó durante la pandemia es que la bioseguridad realmente funciona. "Esto reforzó la idea de que sí, tenemos que pensar en la bioseguridad, no sólo para el hato, sino también para nosotros", señaló.

También aplaudió los esfuerzos y la resiliencia de los productores con los que trabajan.

"Nuestros clientes son increíbles", afirmó. "Estoy muy orgullosa de este sector, a pesar de todo lo que vivimos este año, se pudo llegar al otro lado".

Animó a los productores a poner en marcha un protocolo para gestionar los descensos bruscos del precio de la leche, y los cambios inesperados en la cantidad de leche que se puede enviar si una planta establece límites. Dijo que sus veterinarios ayudaron a varios establos a desarrollar este tipo de planes.

En cuanto a su equipo veterinario, afirmó que descubrieron su gran capacidad para adaptarse rápidamente, y mantener a todos a salvo, si trabajan en conjunto. Y como la mayoría de la gente, su clínica encontró nuevas formas de ser eficiente y aprendió de la adversidad, Lutz espera un fin de año más positivo.

La autora es editora asociada de Hoard’s Dairyman.


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