En los números de diciembre 2021 y enero de 2022 de nuestra revista Hoard’s Dairyman en español, publicaremos dos artículos de Michael Hutjens donde enumera los cambios más importantes que se dieron en esta octava revisión del documento que contiene las últimas recomendaciones nutricionales para ganado lechero.
De acuerdo con Hutjens, el enfoque es conservador ya que utiliza solamente datos de investigaciones ampliamente publicadas y se centra en la respuesta en leche. Los cambios más significativos que se encontraron son los siguientes:
En cuanto a ingestión de alimento, con base en las investigaciones realizadas en los últimos veinte años, se consideró que se estaba sobre estimando la ingestión de alimento para vacas en el pico de producción y subestimando para los animales al final de la lactancia. Además, se acortó a 31 el número de días con menor ingestión de materia seca después del parto.
El uso de nuevas tecnologías ahora permite considerar el suministro de grasas con base en el perfil de ácidos grasos que repercuten en el contenido de grasa de la leche, una mejora respecto al análisis tradicional del extracto etéreo. Por otro lado, en el apartado de carbohidratos se introdujo un término nuevo llamado Materia Orgánica Residual (MOR o ROM, por las siglas en inglés de “Residual Organic Matter”) que incluye la fracción de azúcares, ácidos orgánicos y fibra soluble, eliminando el concepto de carbohidratos no fibrosos. También se enlistan las orientaciones para el suministro de almidón y se analiza su relación con el programa de forraje.
En la consideración de los requerimientos de energía, se calculó el descuento por energía para mantenimiento con base en un porcentaje de peso corporal. Eso representa una mejora respecto al esquema anterior que limitaba el valor de energía de los alimentos para vacas altas productoras. En general, los requerimientos de energía de mantenimiento se elevaron en un 25% para vacas adultas.
En el apartado de requerimientos proteicos se tomó en cuenta la eficiencia de los aminoácidos en la ración y el coeficiente de absorción para los macrominerales. Subieron las cantidades recomendadas de magnesio, sodio y cloro, así como de los siguientes minerales traza: cobalto, cobre, manganeso y zinc.
En los requerimientos de becerros y vaquillas el cambio fue significativo, ya que ahora las recomendaciones están basadas en datos de animales lecheros, y no de carne como en el NRC 2001. Además, se consideraron los impactos ambientales (temperatura, humedad, etc.) sobre el crecimiento.
También cabe resaltar en el apartado del agua, la mención de la interacción de los sulfatos en el agua con la absorción de hierro, manganeso y cobre. El documento recomienda vigilar el nivel de sulfatos y no superar los límites establecidos de 500 mg por litro para becerras y 1,000 mg por litro para el resto del hato.
Por último, el nuevo documento dedica un capítulo completo al impacto de la producción de leche sobre el medio ambiente, y cómo la alimentación puede intervenir en la toma de medidas más sustentables.
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