Boletín Hoard's Dairyman en español



En este establo sí tomamos en cuenta los desperdicios

por Katelyn Allen




Muchos establos lecheros han respondido con éxito a la pregunta de cómo encontrar fuentes de ingresos adicionales cuando otros miembros de la familia quieren involucrarse en el negocio. Algunos establos aumentan su número de vacas, otros, amplían sus terrenos, y cada vez más, dan el salto a la elaboración de productos lácteos.

La familia Goodrich de Salisbury, Vt., eligió un camino un poco distinto: instalaron un sistema de manejo del fósforo, convirtiéndose ahora en uno de los mayores digestores anaeróbicos de Nueva Inglaterra.

Danielle Goodrich Gingras, se unió al Seminario en línea de Hoard's Dairyman del 18 de agosto para hablar del viaje que emprendió junto con su familia a través del proceso de expansión de las empresas de la familia. Ella y su hermano Chase, regresaron al establo en el 2009, después de que ambos se graduaran de la universidad, y vinieran a formar parte del negocio de su padre, Ernie.

"Tan pronto como regresamos, supimos que teníamos que plantearnos algunos objetivos viables a largo plazo y que mantuvieran nuestro establo durante años", explicó Gingras. También tenían claro que querían convertirse en un miembro valioso de su comunidad, no sólo elaborando productos lácteos nutritivos y de alta calidad, sino también, teniendo un impacto positivo en su entorno. El establo se encuentra cerca del lago Champlain, un lago de agua dulce que forma parte de la frontera de Vermont con Nueva York, llegando hasta Canadá.

Una asociación positiva

El establo de Goodrich se localiza a 7 millas del Colegio de Middlebury, la Universidad tenía interés en nutrir su campus con gas natural renovable (GNR) y al mismo tiempo, los hermanos Goodrich llegaban al establo con ideas nuevas. Uno de los profesores de Gingras, del Colegio Técnico de Vermont, pensó que el establo podría encajar perfectamente en esa necesidad, así que decidió ponerlos en contacto con el promotor del GNR.

Es comprensible que hubiera dudas en las primeras conversaciones. "Hubo cierto riesgo al dar ese salto", admitió Gingras. "Estábamos completamente fuera de nuestro elemento, sabíamos que iba a ser un proceso largo de construcción y obtención de permisos. Estábamos conscientes de que tendríamos que seguir moldeando nuestro establo en torno a este proyecto, independientemente del tiempo que nos llevara."

Sin embargo, cuanto más hablaban con sus socios eventuales en el proyecto (Vanguardia Renovable, Gas Vermont y El Colegio de Middlebury) sentían que habían tomado la decisión correcta. Sus objetivos para el proyecto estaban unificados, y los demás socios reconocieron el valor del establo para el sistema en su conjunto, estos eran dos de los puntos más importantes para Gingras y su familia. También, se le permitió a cada organización hacer más de lo que ellos hubieran logrado por separado.

"Estábamos muy ilusionados al embarcarnos en este viaje que resultó ser tan beneficioso para el medio ambiente, pero que al mismo tiempo nos permitió hacer lo que habíamos acordado hacer en casa, lo cual era: trabajar con nuestra familia, cuidar de nuestras vacas y de nuestra tierra", dijo Gingras. Compartió también, que, al comienzo del proyecto, el alcance y los detalles se tornaron un poco desafiantes.

"Me sentí muy agradecido y afortunado de que mi parte fuera seguir haciendo lo que sabía hacer mejor, como cuidar de mis vacas, y asegurarme de seguir aportando estiércol al proyecto. Para mí, eso fue relativamente fácil".

Reducción de costos

El establo ya había aumentado su número de vacas antes de que los hermanos volvieran, hoy en día se ordeñan cerca de 900 vacas y se cultivan 970 hectáreas. El digestor procesa el 100% del estiércol que se produce en el establo, así como los residuos de alimentos.

Además del GNR, se produce cada año alrededor de 80,000 toneladas de digestato de baja emisión de carbono y olores. Esto, junto con el sistema de eliminación de fósforo, le permite al establo aplicar los nutrientes a sus campos con mayor precisión y determinación. "Saber que estamos contribuyendo a que el agua sea más limpia para la próxima generación, es una gran lección de humildad", dijo Gingras.

Estas herramientas le ahorran al establo cerca de 200,000 dólares al año en costos de fertilizantes, con el objetivo final de eliminar entre el 80% y el 85% del uso de productos químicos comerciales. Los beneficios no terminan ahí. "Mi parte favorita del proyecto es el material de cama para echaderos, los sólidos separados que provienen del estiércol", dijo el gerente del hato, Gingras. Las vacas están cómodas y el conteo de células somáticas se ha mantenido bajo. Sin tener que preocuparse por la compra de aserrín, se ahorran alrededor de 50,000 dólares al año, con esto se pueden colocar las camas en los establos con más frecuencia, ya que los sólidos se encuentran fácilmente disponibles.

Y por supuesto, están los beneficios medioambientales, como el de mitigar las emisiones de metano para conservar los nutrientes. Este es el logro mayor del que Gingras se siente orgulloso, y justamente lo que hizo que les otorgaran el Premio a la Sostenibilidad Lechera de los Estados Unidos este año.

"Adoptamos la postura de querer ser los mejores administradores del mundo, tanto como sea posible, y este digestor nos permite hacerlo", dijo. "Queríamos trabajar en la lucha contra el cambio climático, sabíamos que el mejor lugar para empezar era justo a nivel comunitario y utilizando recursos que teníamos en abundancia, en lugar de desperdiciarlos".

La autora es editora asociada de Hoard’s Dairyman.



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